El éxito puede ocultar grietas que el fracaso finalmente revela, pero la tristeza según Dios abre la puerta al arrepentimiento verdadero, y el arrepentimiento verdadero conduce a la renovación, la restauración y una nueva asignación. Con Jesús, el fracaso no tiene por qué ser definitivo.
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La ruta de Dios hacia Sus promesas rara vez es eficiente—es fructífera. Cuando Siclag arde y la esperanza desfallece, no te rindas. Fortalécete en el Señor, consulta al Señor y obedece al Señor—y descubrirás que la promesa está más cerca de lo que piensas.
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Todos sufriremos, pero no todos creceremos a través del dolor. En la época más oscura de David, Dios le enseñó a mantener un corazón puro, incluso cuando fue traicionado.
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La comparación es el asesino silencioso de la alegría, el crecimiento y la concentración. Desvía tu mirada del propósito único que Dios tiene para tu vida y te atrapa en la envidia, la inseguridad y el declive espiritual.
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Las promesas de Dios siempre conllevan un proceso. La formación de un hombre o una mujer de Dios comienza mucho antes del momento del reconocimiento: en lugares ocultos, mediante la obediencia fiel y en el tiempo perfecto de Dios.
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