Bienvenidas a la lección 2 de esta mini serie de Salmos populares. Hoy veremos el Salmo 23. Este es uno de los salmos más famosos de la Biblia. Es considerado un salmo de protección. Lo triste es que la gente lo usa como un amuleto para protegerse del mal. Muchas lo tienen en la sala de su casa, abierto sobre una mesita, como si con el hecho de tenerlo abierto les dará protección. No es asi. Es al leerlo y ponerlo en práctica que veremos resultados en la vida. Por eso es que hoy estaremos hablando de este salmo tan conocido.
Piensa en todas las cosas que hacemos para protegernos del peligro o de una calamidad financiera. Usamos cinturones de seguridad, compramos seguros de salud y de vivienda, instalamos timbres inteligentes como Ring o Arlo y llevamos gas pimienta. Hacemos estas cosas para protegernos de lo inesperado o de eventos que podrían causar destrucción.
Pero ninguna de esas cosas realmente nos protege del peligro. Tal vez minimicen los efectos de una mala situación, pero no evitan que ocurran cosas malas. Nuestra única protección verdadera proviene del Dios del universo.
En el Salmo 23, David habla sobre la protección de Dios. Usa una analogía que tenía mucho sentido para él. David fue pastor de ovejas, y entendía que su trabajo era mantener a su rebaño a salvo del peligro. Este salmo nos ofrece muchas enseñanzas, y todo comienza con entender la naturaleza de las ovejas.
Las ovejas no son inteligentes ni autosuficientes. Se desvían fácilmente sin darse cuenta del peligro que tienen delante de sí.
Salmo 23:1-3 (NTV) El Señor es mi pastor; tengo todo lo que necesito. En verdes prados me deja descansar; me conduce junto a arroyos tranquilos. Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas, y así da honra a su nombre.
Las ovejas no se percatan del peligro que las acecha. Mucho menos anticipan el peligro hasta que ya están atrapadas en él. Además, son animales que tienden a seguir a otros, por lo que pueden ser fácilmente desviadas del camino correcto.
La función del pastor es proteger a su rebaño del peligro y atender todas sus necesidades.
Salmo 23:4 (NTV) Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan.
Como pastor, David vivió esto con su rebaño. Tenía que reunir constantemente a las ovejas porque sabía lo que necesitaban: un lugar para descansar, alimento, agua y protección contra los depredadores que acechaban. El pastor sabe lo que las ovejas no saben. Ellas dependen totalmente de él. Su papel, como pastor, era proveer todo lo que necesitaban.
Esto también es cierto para nosotras. No es casualidad que la Biblia use la analogía del pastor y las ovejas más de 100 veces. Nosotras somos las ovejas. Dios es nuestro Pastor. Aunque pensemos que somos inteligentes, autosuficientes e independientes, no comprendemos lo que aún no sabemos. Nos desviamos fácilmente cuando seguimos lo que la cultura nos vende o cuando dejamos que nuestras emociones definan lo que es verdad. Creemos que tenemos el control, pero no es así.
Necesitamos un pastor: el Gran Pastor. Necesitamos escuchar la voz de Dios y seguir donde Él nos guía. Eso es lo que nos lleva a una vida de paz y plenitud. Es reconocer que dependemos completamente de Dios para cada una de nuestras necesidades.
Entonces, ¿eres una oveja que se está alejando hacia el peligro o una oveja que sigue al Pastor hacia pastos seguros?
Proverbios 3:5-6 (NTV) Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar.
El Salmo 23 nos enseña que la verdadera protección no se encuentra en nuestras propias estrategias ni en soluciones temporales, sino en una relación de dependencia total con Dios, nuestro Pastor fiel, quien nos guía, provee y cuida aun en los momentos más oscuros; reconocer nuestra fragilidad y su constante presencia es lo que nos conduce a una vida de paz, seguridad y propósito en medio de un mundo incierto.