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Caridad Tóxica: cuado ayudar no ayuda (4:9-12)
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Puntos de conversación:
- Pablo redefine el amor fraternal para incluir a todos los creyentes, no solo a los parientes.. 1 Tesalonicenses 4:9
- El amor cristiano es inculcado por el Espíritu, no autogenerado. La verdadera generosidad fluye de la obra de Dios en nuestros corazones. 1 Tesalonicenses 4:9b, Jeremías 31:33-34
- Los tesalonicenses modelaron una generosidad radical, incluso en pobreza, demostrando que la disposición importa más que la riqueza. 1 Tesalonicenses 4:10, 2 Corintios 8:1-2
- Pablo advierte contra la caridad tóxica y promueve la dignidad del trabajo duro. 1 Tesalonicenses 4:11-12
Hace unos años, decidimos repartir mochilas escolares en nuestra comunidad. Cada niño recibió útiles nuevos, colores brillantes, sacapuntas y todo lo que necesitaban para empezar el año escolar. Fue un evento hermoso.
Pero el siguiente año, cuando se les pidió a los padres colaborar con la compra de materiales, muchos respondieron: “¿Para qué? La iglesia siempre lo da.” Lo que empezó como una bendición se convirtió en una expectativa. Y la dignidad que viene de esforzarse… se perdió en el proceso.
Este tipo de ayuda, aunque nace del amor, puede volverse tóxica cuando reemplaza el esfuerzo, destruye la iniciativa o crea dependencia. Por eso decidimos regalar las mochilas al otro lado de la frontera, donde de verdad no hay recursos para comprarlas. Como consecuencia, el año pasado vimos una gran respuesta al recolectar las mochilas y los útiles escolares.
Pablo entendía muy bien este dilema. En sus cartas a los Tesalonicenses, toma dos ideas muy comunes en su cultura:
- Filadelfia — el amor familiar. Pablo dice que ese tipo de amor no debe quedarse en la familia biológica, sino extenderse a toda la familia de Dios, sin importar clase social, raza o género.
- Patrocinio o mecenazgo — un sistema donde los ricos sostenían a los pobres, a veces sin dignidad. Pablo advierte que esa “caridad tóxica” no debe existir en la iglesia. Al contrario, anima a todos a buscar autosuficiencia a través del trabajo honesto.
Pablo redefine el amor fraternal para incluir a todos los creyentes, no solo a los parientes
1 Tesalonicenses 4:9 (RVC) En cuanto al amor fraternal, no necesitan que les escribamos, porque Dios mismo les ha enseñado que deben amarse unos a otros.
Pablo introduce una nueva sección con la expresión “en cuanto al amor fraternal” (peri de), una frase que, según el Comentario Pillar del Nuevo Testamento, posiblemente responde a preguntas que los creyentes habían enviado por medio de Timoteo. Esta misma construcción se usa para abordar temas distintos en otros pasajes (como en 4:13 y 5:1), lo que sugiere que Pablo está contestando inquietudes específicas. Estaban haciendo preguntas específicas a Pablo, y comenzaron con esta:
¿Cómo deben ver los cristianos la generosidad y la ayuda al prójimo?
Esto no salta a la vista al leer el texto directamente, pero lo más probable es que este fuera el tema que Pablo estaba abordando.
Vamos a observar dos ideas seculares que Pablo redefine:
- Filadelfia: literalmente, amor fraternal
- Mecenazgo o patrocinio: un concepto popular entre ricos y pobres
En la sociedad griega y romana, filadelfia se refería específicamente al amor entre hermanos biológicos — es decir, entre miembros de una misma familia. Este tipo de amor se consideraba el vínculo natural más fuerte de amistad, lealtad y unidad.
Autores antiguos como Plutarco e Hierocles alababan el amor entre hermanos como el modelo ideal de todas las demás amistades. Plutarco decía que la mayoría de las amistades en la vida son simples “imitaciones” de la amistad original que los hermanos deberían tener. El ideal era que los hermanos vivieran en armonía y colaboración — especialmente al cuidar a sus padres ancianos o al administrar las propiedades familiares.
No existía una expectativa cultural sólida de amar o cuidar a los desconocidos como se hacía con la familia biológica. La sociedad grecorromana se movía fuertemente por la reciprocidad — ayudabas a quienes podían devolverte el favor.
El amor cristiano es enseñado por el Espíritu, no generado por uno mismo
La verdadera generosidad fluye de la obra de Dios en nuestros corazones.
1 Tesalonicenses 4:9 (RVC) En cuanto al amor fraternal, no necesitan que les escribamos, porque Dios mismo les ha enseñado que deben amarse unos a otros.
Pablo responde a los tesalonicenses diciendo que no hay necesidad de escribirles sobre el amor fraternal, porque ellos han sido enseñados por Dios. El término griego filadelfia, que normalmente se usaba para describir el amor entre miembros de una misma familia, ahora se amplía para abarcar a toda la familia en Cristo. Este amor no surge de la lógica humana ni del esfuerzo personal, sino que de Dios mismo.
Palabras clave aquí:
- Autodidaktos (αὐτοδίδακτος) = “enseñado por uno mismo” Los epicúreos creían que la virtud y la paz interior se alcanzaban mediante el razonamiento y el esfuerzo personal. Este ideal exaltaba la autosuficiencia intelectual.
- Theodidaktoi (θεοδίδακτοι) = “enseñado por Dios” Esta palabra, única en toda la Biblia, contrasta con la visión greco-romana del autodidactismo. En vez de una moral autodidacta, Pablo presenta una transformación guiada por el Espíritu.
Jeremías 31:33–34 (NTV) Pero este es el nuevo pacto que haré con el pueblo de Israel después de esos días —dice el Señor—. Pondré mis instrucciones en lo más profundo de ellos y las escribiré en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no habrá necesidad de enseñar a sus vecinos ni habrá necesidad de enseñar a sus parientes diciendo: ‘Deberías conocer al Señor’. Pues todos ya me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande —dice el Señor—. Perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus pecados.
Los tesalonicenses vivían en una cultura que valoraba la autosuperación moral. Pero Pablo enseña que: el amor no se conquista; se recibe como don. El amor no brota naturalmente del ser humano; proviene sobrenaturalmente de Dios. Ademas, que el amor fraternal ahora incluye a los hermanos y hermanas en Cristo. Así, él está expandiendo el concepto griego de amor fraternal.
Los tesalonicenses modelaron una generosidad radical, incluso en pobreza, demostrando que la disposición importa más que la riqueza
1 Tesalonicenses 4:10 (RVC) Y eso es lo que ustedes hacen con todos los hermanos que viven por toda Macedonia. Sin embargo, hermanos, les rogamos que su amor abunde más y más…
Pablo no se refiere solo a la iglesia local, sino a toda la región de Macedonia. Está hablando de una generosidad real y sacrificial: los tesalonicenses ayudaban financieramente a otros creyentes, aunque ellos mismos eran pobres.
La comunidad cristiana en Tesalónica probablemente incluía: algunos creyentes acomodados (como Jasón, Hechos 17:5–9). Pero en su mayoría, trabajadores manuales y personas de bajos recursos Esto se confirma cuando Pablo les exhorta a “trabajar con sus propias manos” (1 Tesalonicenses 4:11), lo cual sugiere que muchos eran obreros y posiblemente vistos como clase baja.
Más adelante, en otra carta, Pablo menciona esta misma generosidad:
2 Corintios 8:1–2 (NTV) Ahora quiero que sepan, amados hermanos, lo que Dios, en su bondad, ha hecho por medio de las iglesias de Macedonia. Estas iglesias están siendo probadas con muchas aflicciones y además son muy pobres; pero a la vez rebosan de abundante alegría, la cual se desbordó en gran generosidad.
Romanos 15:26 (NTV) Pues, les cuento, los creyentes de Macedonia y Acaya con entusiasmo juntaron una ofrenda para los creyentes de Jerusalén que son pobres.
Pablo les dice: ya demostraban amor. Pero: “Ámenlos aún más.” La exhortación es clara: ¡Sigan dando! La reflexión clave es que la generosidad no depende de la riqueza, sino de la voluntad. Los cristianos están llamados a ser generosos incluso fuera del círculo familiar y a dar, aunque no sean ricos. Pero esto es solo la mitad de la respuesta. La segunda parte es una advertencia importante.
ablo advierte contra la caridad tóxica y promueve la dignidad del trabajo duro
1 Tesalonicenses 4:11–12 (RVC) Esfuércense por vivir en paz, ocuparse de sus propios asuntos y trabajar con sus manos, tal como les hemos mandado, para que se conduzcan honradamente delante de los de afuera y no dependan de nadie.
Este llamado no es solo práctico, sino profundamente contracultural. En el mundo grecorromano, la sociedad funcionaba bajo un sistema de patronazgo: los benefactores ricos ofrecían ayuda financiera, alimentos o protección política a los más necesitados. A cambio, los beneficiarios debían mostrar lealtad pública, reconocimiento y apoyo social.
Este modelo no solo generaba dependencia económica, sino que perpetuaba las desigualdades sociales, manteniendo a muchos en una posición baja sin oportunidad de movilidad.
Pablo rompe con esta estructura. En vez de aceptar la lógica del mecenazgo, llama a los creyentes a vivir con dignidad. Los anima a trabajar con sus propias manos —una tarea que en su cultura estaba reservada para esclavos o artesanos, considerados socialmente inferiores— y redefine ese tipo de trabajo como una forma honorable de testimonio. Para él, el esfuerzo personal no solo tiene valor económico, sino espiritual. Proveer para uno mismo y evitar ser carga para otros se convierte en una manifestación concreta de amor y responsabilidad.
Esta enseñanza tiene repercusiones actuales. Cuando los sistemas de ayuda o los gestos bien intencionados promueven dependencia permanente, desincentivan el esfuerzo o diluyen la responsabilidad, se alejan del modelo bíblico. La verdadera ayuda dignifica. Los sistemas deben empoderar, no perpetuar la necesidad. De hecho, el Comentario Pilar del Nuevo Testamento explica que el sistema de patronazgo estaba tan arraigado que, a pesar de la exhortación de Pablo, algunos creyentes continuaron viviendo bajo esa dinámica. Por eso, más adelante, Pablo tuvo que reprenderlos con firmeza en 2 Tesalonicenses 3:6–15.
Entonces, ¿cómo deberían ver los cristianos la generosidad y el dar caritativo? La respuesta incluye dos verdades que deben caminar juntas. Primero: seamos generosos, incluso fuera del círculo familiar. La falta de riqueza no debe limitar el deseo de dar. Cada acto de generosidad refleja el amor de Dios y fortalece los lazos de unidad.
Pero segundo: evitemos una caridad tóxica que sustituya el esfuerzo con dependencia. Nuestra generosidad debe empoderar a otros para trabajar con compromiso y tomar responsabilidad sobre sus vidas. De esa manera, no solo damos recursos, sino que sembramos dignidad.
El llamado de Pablo es claro: el trabajo honesto no es una carga, sino un testimonio. Cuando damos desde el amor, pero también elevamos la responsabilidad, dignificamos a quienes reciben. Y eso —ese equilibrio entre compasión y esfuerzo— es parte del carácter del Reino.
- Lee los puntos de discusión anteriores en grupo, incluidas las citas bíblicas. ¿Cuáles son tus pensamientos iniciales sobre estos puntos?
- ¿Cómo influye el entender que el amor es “enseñado por Dios” en la manera en que ves tu papel al amar y servir a otros?
- ¿Puedes recordar alguna ocasión en que dar o recibir caridad fue más perjudicial que útil? ¿Qué podría haberse hecho diferente?
- ¿Por qué crees que Pablo enfatizó el trabajo con las manos, y cómo desafía eso las ideas modernas sobre el éxito y el trabajo?
- ¿Cómo se ve una manera de dar que realmente ayuda a alguien a crecer hacia la independencia y la dignidad?
No en pasiones sensuales (4:1-8)
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Puntos de conversación:
- Pablo insta a los creyentes a vivir de una manera que agrade a Dios, no para ganar la salvación, sino gracias a ella. 1 Tesalonicenses 4:1-2
- La santificación tiene dos partes: posicional (somos santificados en Cristo) y práctica (crecemos cada día en santidad). Ambas son importantes para Dios.
- La voluntad de Dios es que vivamos vidas santas evitando todo pecado sexual; esto incluye más que solo acciones físicas; se extiende a pensamientos, medios de comunicación y actitudes. 1 Tesalonicenses 4:3-5
- Rechazar las instrucciones de Dios sobre la sexualidad no es simplemente romper la tradición, sino oponerse a su diseño y entristecer al Espíritu Santo. 1 Tesalonicenses 4:7-8
En esta parte de la carta, Pablo se pone práctico—como lo hace en muchas de sus enseñanzas. Primero nos recuerda la teología del evangelio: que somos salvos solamente por gracia mediante la fe. Pero no se detiene allí. Él concluye con llamados concretos sobre cómo vivir esa fe en la vida diaria. Nuestra relación con Dios no solo cambia nuestro destino eterno, sino también la forma en que vivimos aquí y ahora. En medio de una cultura hipersexualizada, esta verdad nos reta a responder.
Entonces surge una pregunta honesta y profunda: ¿Dónde debe poner límites un cristiano en una cultura hipersexualizada? ¿Dónde los pones tú? Porque seamos sinceros… todos los ponemos en algún lugar. Mira la siguiente lista y piensa donde los cristianos deberían trazar una línea y decir; ¡Basta!
- Explotación sexual y trata de personas
- Infidelidad en el matrimonio
- Cultura de encuentros casuales
- Cultura de encuentros “comprometidos”
- Pornografía
- Contenido cargado sexualmente (películas, series, música, redes sociales).
- “Bromas” inofensivas o insinuaciones sexuales.
Las primeras dos cosas en la lista parecen obvias, pero ¿qué pasa con el resto? Algunos pondrían límites cuando se trata de encuentros casuales, pero verían con buenos ojos los encuentros “comprometidos”, porque son parejas que están en una “relación seria”, aunque no estén casados. Te pregunto: ¿eso realmente es mejor?
¿Y qué hay de la pornografía? Tal vez dirías que no es lo ideal, pero lo justificarías pensando: “lo mantengo en privado, nadie sale herido”. ¿Y el contenido cargado sexualmente en películas, series, música o redes sociales? ¿O lo último en la lista… esas bromas que parecen inofensivas pero que sí dañan, o las insinuaciones con doble sentido? Si piensas que eso está bien, te recuerdo lo que Dios nos dice en Proverbios 4:24: Evita toda expresión perversa; aléjate de las palabras corruptas.
Hoy, mientras seguimos con nuestro estudio, veremos lo que dice la Biblia sobre este tema. Una cultura hipersexualizada no es algo exclusivo del mundo moderno. Ya era igual de grave en la antigua Grecia y Roma.
En aquel tiempo, en la antigua Tesalónica, la sexualidad estaba profundamente ligada a la religión. Muchas formas de inmoralidad sexual eran parte del culto pagano. La adoración a dioses y diosas de la fertilidad, como Afrodita, incluía prostitución ritual en los templos. Esto no era visto como escandaloso, sino como parte normal del culto espiritual.
Además, el sexo casual era algo completamente normalizado. Tener relaciones fuera del matrimonio no solo se toleraba, sino que se esperaba, especialmente en los hombres. Filósofos griegos como Demóstenes hablaban abiertamente de tres tipos de mujeres, cada una con una función específica:
- Prostitutas, para el placer (hoy: cultura de encuentros casuales)
- Amantes, para compañía diaria y necesidades físicas (hoy: pornografía)
- Esposas, para tener hijos y cuidar el hogar
Este sistema reflejaba un fuerte doble estándar sexual: se esperaba fidelidad de las esposas, pero no de los esposos.
La homosexualidad también era común. Las relaciones entre hombres mayores y jóvenes (llamadas pederastia) eran aceptadas culturalmente, e incluso promovidas en ciertos círculos como parte de la formación social o intelectual.
El arte pornográfico y la desnudez pública eran parte habitual de la vida. Las imágenes sexualmente explícitas eran comunes en cerámica, murales y baños públicos. La desnudez y el entretenimiento con contenido sexual eran considerados normales. Hoy, este tipo de exposición se ve en medios de comunicación como películas, redes sociales y música.
En el contexto de esta cultura, veamos lo que Pablo escribió a los nuevos creyentes en Tesalónica en la sección final de su carta, donde primero:
Pablo insta a los creyentes a vivir de una manera que agrade a Dios, no para ganar la salvación, sino gracias a ella.
1 Tesalonicenses 4:1-2 (NTV) Finalmente, amados hermanos, les rogamos en el nombre del Señor Jesús que vivan de una manera que le agrada a Dios, tal como les enseñamos. Ustedes ya viven de esta manera, y los animamos a que lo sigan haciendo aún más. 2 Pues recuerdan lo que les enseñamos por la autoridad del Señor Jesús.
Pablo comienza esta sección con la palabra “finalmente”. No significa que ya terminó, sino que está haciendo una transición hacia el cierre de su carta. Él va a terminar con instrucciones prácticas sobre cómo Dios quiere que su pueblo viva. Abre la lista diciendo que como creyentes, Dios quiere que “vivan de una manera que le agrada a Dios” (v.1). Esto es lo que en el círculo completo de la búsqueda de Dios representamos con la flecha 2: Honrar a Dios.
Esto es parte esencial del mensaje cristiano, pero el orden importa: Eres salvo por fe. Punto. Y esa salvación transforma tu vida desde adentro hacia afuera. A partir de ahí, comprendemos que hay una diferencia entre la santificación posicional y la santificación práctica.
La santificación posicional es instantánea: en el momento en que confías en Jesús, Dios te declara santo por el sacrificio de Cristo. Esa es tu identidad espiritual, y no cambia. La santificación práctica, en cambio, es un proceso. Aunque ya eres santo ante los ojos de Dios, todavía estás en camino de crecer y parecerte más a Jesús cada día.
El amor de Dios por ti es incondicional. Se basa en su carácter, no en el tuyo. Pero eso no significa que Él siempre esté complacido contigo. La manera en que vives puede agradarlo o entristecerlo. Yo nunca dudé del amor de mis padres, incluso cuando cometía errores o era desobediente. Pero sí recuerdo momentos en los que claramente no estaban contentos conmigo. De la misma manera, por gratitud por lo que Dios ha hecho en tu vida, y porque lo amas, deberías desear vivir de una forma que le agrade.
Esta es la Verdad 2 que queremos afirmar: Buscamos vivir una vida que honra a Dios. Esto no era una instrucción nueva de Pablo. Era un recordatorio de lo que ya les había enseñado cuando estuvo con ellos en Tesalónica como les dice: “tal como les enseñamos” (v.1)
Pablo sabía que el discipulado no termina con el mensaje del evangelio. No se trata solo de recibir las buenas noticias de salvación, sino también de aprender a vivir como seguidores de Cristo. El discipulado incluye el mandato de Jesús: “enseñenles a obedecer todo lo que les he mandado”. Eso implica caminar junto a otros creyentes mientras crecen en obediencia y madurez espiritual.
Parte de la responsabilidad de un pastor es justamente esa: recordarle al rebaño las instrucciones de Dios. No es repetición vacía, es cuidado espiritual. A través de la enseñanza constante, Dios nos forma, nos corrige y nos anima. Por eso es importante reunirse con frecuencia y escuchar la enseñanza de la Palabra de Dios. No solo para aprender cosas nuevas, sino para reafirmar verdades que necesitamos volver a practicar.
Pablo ya había visto cambios en la vida de los tesalonicenses, por eso los anima diciéndoles: “ya viven de esta manera”. Ellos se habían apartado de la cultura que los rodeaba, marcando una diferencia notable en su forma de vivir. Sin embargo, Pablo sabía que la santificación no es algo que se completa en esta vida.
Es como un agricultor que ha trabajado un campo durante años. Nunca consigue sacar todas las piedras, pero con el tiempo, esas piedras son más pequeñas y menos frecuentes que hace cinco o diez años. El terreno mejora, aunque el trabajo continúa.
Pablo les ofrece ánimo, reconociendo su crecimiento espiritual. Pero también los desafía a seguir avanzando, a no conformarse con lo alcanzado… sino a vivir así, ¡y “aún más”!
La voluntad de Dios es que vivamos vidas santas evitando todo pecado sexual; esto incluye más que solo acciones físicas; se extiende a pensamientos, medios de comunicación y actitudes.
1 Tesalonicenses 4:3-5 (NTV) La voluntad de Dios es que sean santos, entonces aléjense de todo pecado sexual. 4 Como resultado, cada uno controlará su propio cuerpo y vivirá en santidad y honor, 5 no en pasiones sensuales como viven los paganos, que no conocen a Dios ni sus caminos.
Por si te interesa saber, el tema central de este mensaje lo sacamos directamente de la primera frase del versículo 5. Pero profundicemos en lo que dicen los versículos. Pablo no está simplemente dando una sugerencia; él amonesta, aconseja y manda que se “aléjense de todo pecado sexual”. Parece que dice: Ni siquiera te acerques. No trates de ver cuán cerca puedes llegar a la línea sin cruzarla. Establece límites bien demarcados, claros y definidos. No se trata de jugar con fuego, sino de mantenerte lejos del peligro.
Una advertencia así no es exagerada ni innecesaria; de hecho, está respaldada por la misma Escritura, donde Pablo reafirma esta urgencia en más adelante en otra de sus cartas:
1 Corintios 6:18 (NTV) ¡Huyan del pecado sexual! Ningún otro pecado afecta tanto el cuerpo como este, porque la inmoralidad sexual es un pecado contra el propio cuerpo.
Pablo lo dice con mucha firmeza. Algunas traducciones en inglés usan la palabra “run” — “corran”. El mensaje es el mismo: ¡huye! Corre como si tu vida dependiera de ello. Corre como lo harías si estuvieras escapando de un peligro grave. Cuando se trata de la tentación sexual, Pablo no dice que luches. Dice que huyas. El cuerpo tiene dos respuestas naturales: lucha o huida. Y en este caso, elige huir. No por debilidad, sino por sabiduría.
Al alejarnos del pecado sexual, Pablo dice que “Como resultado, cada uno controlará su propio cuerpo”. En otras palabras, no esperes tener dominio propio si estás jugando con el pecado sexual. Volvamos a mirar la lista:
- Explotación sexual y trata de personas
- Infidelidad en el matrimonio
- Cultura de encuentros casuales
- Cultura de encuentros “comprometidos”
- Pornografía
- Contenido cargado sexualmente (películas, series, música, redes sociales).
- “Bromas” inofensivas o insinuaciones sexuales.
Déjame decirte que participar en lo que está al final de esta lista abre la puerta para caer en lo que está escrito más antes.
Rechazar las instrucciones de Dios sobre la sexualidad no es simplemente romper la tradición, sino oponerse a su diseño y entristecer al Espíritu Santo.
1 Tesalonicenses 4:6 (NTV) Nunca hagan daño ni engañen a otro creyente en este asunto, teniendo relaciones sexuales con su esposa, porque el Señor toma venganza de todos esos pecados, como ya les hemos advertido solemnemente.
En el versículo 6, Pablo nos da una advertencia contra rechazar las normas de Dios con respecto a la pureza sexual: La pureza sexual no es solo una decisión individual; también tiene consecuencias en las relaciones presentes y futuras. Cuando alguien cruza los límites en esta área, no solo afecta su propia vida espiritual y emocional, sino que puede herir profundamente a otras personas—incluyendo a quien algún día será esposo o esposa de alguien más.
Pablo no está hablando solo de adulterio, sino de cualquier acción sexual que perjudique a otro creyente. Si tú te involucras sexualmente con alguien antes del matrimonio, y esa persona luego se casa con otro, has robado algo que no te pertenecía. Dios ve eso como una ofensa seria, porque Él valora profundamente la santidad, el respeto y la fidelidad en las relaciones.
1 Tesalonicenses 4:7-8 (NTV) Dios nos ha llamado a vivir vidas santas, no impuras. 8 Por lo tanto, todo el que se niega a vivir de acuerdo con estas reglas no desobedece enseñanzas humanas sino que rechaza a Dios, quien les da el Espíritu Santo.
Una vez más, exploremos el pasaje. El versículo 8 dice que “todo el que se niega a vivir de acuerdo con estas reglas…. rechaza a Dios.” El vivir vidas santas y puras es una prueba que revela la fe verdadera. Recordemos el mensaje de unas semanas atrás que nos enseñaba que ir a la Palabra de Dios expone los pensamientos y deseos más profundos del corazón.
El llamado de Pablo a la pureza sexual no era solo un pequeño ajuste de conducta para los nuevos creyentes. Era una revolución total contra la cultura de su tiempo. Pablo no estaba predicando solo sobre moralidad privada. Estaba ayudando a esta iglesia joven a liberarse de un sistema de explotación sexual, cosificación (objetivación) y adicción.
Engañar o dañar a otro creyente al violar a su esposa tiene una aplicación obvia: no te acuestes con una mujer casada. Pero va más allá. Si te acuestas con alguien antes del matrimonio, y esa persona termina casándose con otro, has violado a la esposa de ese hombre. Le has robado la virginidad de su esposa en la noche de bodas. Eso es engañar a otro creyente, si él es cristiano.
El hijo de un amigo acaba de asistir a la boda de uno de sus mejores amigos. Su amigo se casó con una joven con la que él había salido años atrás. Imagínate lo incómodo y doloroso que habría sido para su mejor amigo si este muchacho se hubiera acostado con ella mientras eran novios. Dios ciertamente puede redimir eso, pero sigue siendo una herida.
Este tipo de situaciones nos muestra por qué es tan importante vivir con sabiduría y anticipación, tomando decisiones que honren a Dios desde el principio. Entonces, para cerrar, volvamos a la pregunta que hice al principio: ¿Dónde debe poner límites un cristiano en una cultura hipersexualizada? La respuesta es: en todo lo que ofenda a Dios. Aléjate de todo pecado sexual. Vive de una manera que agrada a Dios.
No es que Dios te está negando algo en esta área. Es que no todo nos conviene. Él sabe lo que es mejor para ti y quiere lo mejor para tu vida. ¿Confiarás en Él? Él es el diseñador y creador de la intimidad sexual.
Toda esta supuesta “libertad” e “iluminación” en cuanto al sexo ha producido la generación de hombres más impotente que se haya visto.
No puedes encender la televisión sin que aparezca un comercial sobre disfunción eréctil. Claro, hay casos en los que se trata de un problema físico, y hasta alguien que ha honrado a Dios puede enfrentarlo. Pero gran parte de esto viene del bombardeo constante de imágenes sexuales y expectativas irreales sobre cómo debe ser el sexo.
Todas esas cosas que supuestamente nos harían más “masculinos” nos han debilitado. Hemos sido neutralizados, y lo aceptamos sin resistencia. Hemos cambiado la verdadera intimidad y el gozo con nuestras esposas por un placer artificial.
Así que mantengámonos en santidad. Viviendo para honrar a Dios y huyendo de las pasiones sexuales. No tratemos de ser fuertes y “ganarles”. El mandato es “huyan”. Cuando una situación de pecados sexual se presente, ¡Corramos como si nuestra vida dependiera de ello! ¡Porque sí! ¡Nuestra vida espiritual, emocional, mental (y a veces física) depende de ello!
- Lee los puntos de discusión anteriores en grupo, incluidas las citas bíblicas. ¿Cuáles son tus pensamientos iniciales sobre estos puntos?
- ¿Por qué crees que Pablo dedicó tanto tiempo a abordar la pureza sexual en una nueva iglesia?
- ¿Dónde pones el límite en una cultura saturada de contenido sexual? ¿Cómo crees que la Palabra de Dios te indica que lo vuelvas a poner?
- Pablo dice que el pecado sexual daña a otros (v. 6). ¿Qué significa eso en la práctica y cómo lo has visto en la vida real?
- ¿Qué pasos puedes dar para huir de la tentación sexual, en lugar de coquetear con ella?
- ¿Cómo te ayuda recordar tu identidad en Cristo a resistir la tentación sexual?
- ¿Qué papel juegan la comunidad y la responsabilidad en la búsqueda de la santidad en este ámbito?
Cómo orar por todos, incluso tu enemigo
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Puntos de conversación:
- La gratitud desplaza tu corazón hacia la esperanza y la alegría, y lo aleja de la amargura. 1 Tesalonicense 3:9
- Cuando oramos por alguien, tendemos a centrarnos en esa persona y no en nosotros mismos solamente. 1 Tesalonicense 3:10
- Ora para que Dios supere las barreras relacionales. 1 Tesalonicense 3:11
- Ora para que se amen unos a otros… y por todas las personas, incluso por tu enemigo. 1 Tesalonicense 3:12
- La oración en el panorama completo: Jesús va a regresar, prepáralos para ese día. 1 Tesalonicense 3:13
Una de las riquezas de estudiar versículo por versículo es que podemos adentrarnos en la historia, comprender el contexto y descubrir lo que Dios está haciendo en cada porción bíblica. Hoy vamos a hacerlo nuevamente, pero desde un enfoque muy práctico: la oración.
La semana pasada nos detuvimos en 1 Tesalonicenses 3:8. Hoy avanzaremos hasta los versículos 9 al 13, donde Pablo concluye esta sección de su carta con una oración por los tesalonicenses. Vamos a usar esa oración como modelo para aprender a interceder por otros: por un amigo que atraviesa pruebas, como las que vivía aquella iglesia; por alguien a quien estás discipulando; o incluso por un enemigo que te ha herido.
Nos detendremos especialmente en este último punto, porque para algunos, podría ser la enseñanza más transformadora de todo el pasaje. Y aunque parezca difícil, no es una idea nueva: Jesús mismo nos llamó a una oración radical, una que va más allá de nuestras emociones y responde al corazón del Padre:
Mateo 5:44 (NTV) Pero yo digo: ama a tus enemigos, ora por los que te persiguen.
La Biblia nos llama a orar incluso por quienes nos han herido, por aquellos que nos persiguen o nos han hecho mal. No se trata solo de orar por los amigos, por los que nos agradan o comparten nuestra fe. Jesús nos invita a algo más grande: a amar a nuestros enemigos. Y pocas cosas reflejan ese amor como el acto de interceder por ellos en oración. No los descartes. No los borres de tu lista espiritual. Recuerda que la oración tiene el poder de transformar corazones… empezando por el nuestro.
Con esta perspectiva clara en mente, es momento de entrar en el pasaje que estudiaremos hoy. Pablo cierra esta sección de su carta a los tesalonicenses con una oración profunda. Vamos a explorarla versículo por versículo, descubriendo cómo puede guiarnos a interceder por otros—ya sean amigos, discípulos, o incluso enemigos. Primero, te presentaré el versículo y después te daré el punto clave de ese versículo.
1 Tesalonicenses 3:9(NTV) ¡Cuánto le agradecemos a Dios por ustedes! Gracias a ustedes tenemos gran alegría cuando entramos en la presencia de Dios.
Lo que aprendemos de primas a primera es que:
La gratitud desplaza tu corazón hacia la esperanza y la alegría, y lo aleja de la amargura.
Trata siempre de iniciar tu oración con gratitud. Agradece a Dios no solo por algo, sino mejor aún… por alguien. Muchas personas se saltan ese momento y comienzan directamente pidiendo, como si la oración fuera una lista de necesidades. Pero Pablo nos da otro ejemplo: abre su oración agradeciendo a Dios por los tesalonicenses, por su fe firme aún en medio de la persecución (ver la semana pasada). ¿Y tú? ¿Qué surge en tu corazón cuando piensas en otra persona? ¿Por qué podrías estar agradecida?
Recuerda las palabras de Jesús: debemos orar no solamente por los que amamos, como lo hace Pablo aquí, sino también—y especialmente—por aquellos que nos cuesta amar. Por los que nos caen mal. Por los que nos han herido. Por los que quizá ni saben que han dejado una marca. Ora por tu enemigo.
¿Puedes encontrar algo por lo que estar agradecida cuando piensas en esa persona difícil? Quizá momentos del pasado que fueron buenos, su potencial dado por Dios, o incluso cómo el Señor está usando esa situación para ayudarte a crecer. Porque cuando oras por tu enemigo, la amargura empieza a disolverse. En su lugar nace una esperanza: la certeza de que Dios puede transformar ese corazón. Y esa expectativa produce gozo. No porque todo se haya resuelto, sino porque estás participando en algo mayor… intercediendo por una vida que puede acercarse al Señor y recibir salvación.
Es allí donde la gratitud se fortalece. Agradeces por el poder de Dios para cambiar corazones. Por Su ternura que te capacita para amar a quien te hirió. Por la invitación divina de formar parte de Su proceso redentor. Y de repente, lo que parecía imposible, empieza a ser transformado por la oración.
1 Tesalonicenses 3:10 (NTV) Día y noche oramos con fervor por ustedes, pidiéndole a Dios que nos permita volver a verlos y completar lo que falte en su fe.
Cuando oramos por alguien, tendemos a centrarnos en esa persona y no en nosotros mismos solamente.
Cuando oras por tus amigos, lo normal es enfocarte en lo malo que ellos están atravesando. Y cuando oras por tus enemigos, suele surgir lo malo que ellos están haciendo. Pero Pablo nos presenta una idea completamente diferente: no se trata solo de orar por ellos, sino también de orar por ti mismo al orar por ellos. Mejor dicho, por el impacto que tú puedes tener en sus vidas.
En este pasaje, Pablo ora específicamente para “completar lo que falte en su fe.” Sabemos que su ministerio en Tesalónica había sido interrumpido, y aunque la iglesia seguía firme, aún necesitaba más instrucción. De hecho, esa instrucción la veremos desplegada en los próximos dos capítulos de esta serie.
Ahora, ¿cómo se aplica esto a ti—ya sea que estés orando por amigos o por enemigos? Puedes comenzar diciendo: “Dios, ¿cómo quieres usarme en su historia?” Ora también por entendimiento, para poder ver lo que están viviendo desde Su perspectiva. “Muéstrame cómo animar, equipar o confrontar con amor si es necesario.”
A veces, mientras oro por alguien, le mando un mensaje de texto. Un podcast. Un versículo bíblico. Algo pequeño que sirva de puente. Porque Dios desea que seamos canales activos de bendición, no espectadores. Y eso sucede cuando dejamos de orar solo por lo que nosotros necesitamos y empezamos a orar por lo que otros podrían recibir.
Y aquí hay un regalo extra: muchas veces, cuando oras por los demás, recibes justo lo que tú también necesitabas. Así que no te enfoques solo en ti cuando ores. Hay más bendición cuando tu oración se convierte en intercesión.
1 Tesalonicenses 3:11 (NTV) Que Dios nuestro Padre y nuestro Señor Jesús nos lleven muy pronto a verlos a ustedes.
Ora para que Dios supere las barreras relacionales.
¿Recuerdas lo que vimos la semana pasada? Pablo, Silas y Timoteo estaban intentando regresar a Tesalónica, pero Satanás se interponía en su camino. Aun así, no se rindieron: oraban con fervor para reencontrarse. Querían restaurar una conexión espiritual, pastoral, formativa… y también de amistad. No solo deseaban volver físicamente, deseaban volver con propósito.
Ese mismo tipo de oración es la que necesitamos hoy. Oremos para que Dios supere las barreras relacionales que nos separan. Porque es sencillo orar por quienes amamos, pero cuesta—y cuesta mucho—orar por quienes nos han herido. Sin embargo, allí se revela el poder de la intercesión: cuando pedimos no solo por bendición, sino por reconciliación.
Y claro, sabemos que la restauración no depende únicamente de nosotros. También depende de la otra persona, y quizá no quiera abrirse. Ese es el gran desafío y es allí donde la oración se convierte en acto radical. No en reacción emocional, sino en respuesta al corazón del Padre. Pero aun así, no estamos exentos de obedecer. Porque el mandato permanece:
Romanos 12:18 (NTV) Hagan todo lo posible por vivir en paz con todos.
En el griego original, el verbo “hagan” está en modo imperativo. Eso significa que no se trata solo de un consejo sabio o una sugerencia piadosa—es un mandato. Pablo está instruyendo a los creyentes a esforzarse activamente por mantener la paz, no como una opción secundaria, sino como una expresión esencial del carácter cristiano. No es algo que hacemos si nos sentimos listos, sino algo que elegimos porque reflejamos a Cristo.
Por eso, oremos para que Dios intervenga en las relaciones rotas, para que Su poder atraviese las barreras que nosotros no podemos cruzar. A Satanás le encanta la división, porque sabe que el aislamiento debilita. Pero a Dios le encanta la conexión, porque sabe que la comunión fortalece.
Así que haz todo lo que esté en tus manos por restablecer esa relación, para que vivas en paz con todos. Y si esa persona no acepta tus intentos sinceros de reconciliación, entonces te queda algo aún más poderoso: perdonar en tu corazón y seguir orando para que Dios haga Su obra. Porque a veces, la restauración tarda… pero nunca se detiene cuando la gracia está trabajando.
Ya casi llegamos al último versículo del capítulo 3. Y apenas ahora Pablo ora por ellos. Lo que nos muestra que la intercesión no es un punto final… es una puerta de entrada a la obra continua de Dios en las relaciones.
1 Tesalonicenses 3:12 (NTV) Y que el Señor haga crecer y sobreabundar el amor que tienen unos por otros y por toda la gente, tanto como sobreabunda nuestro amor por ustedes.
Ora para que se amen unos a otros… y por todas las personas, incluso por tu enemigo.
Finalmente llegamos al momento de la oración en el que Pablo comienza a interceder por ellos. Pide que se amen sobreabundantemente “unos a otros”, es decir, entre creyentes. Pero no se detiene allí. También ora para que ese amor sobreabundante alcance a “toda la gente”, lo que incluye a personas difíciles, a los que se oponen, a los que los persiguen.
Este amor del que Pablo habla no es superficial ni condicionado. No depende de simpatía, ni de conveniencia. Es un amor que nace de Dios y desafía toda lógica humana. Y cuando oras para amar así a quienes te han herido, estás entrando en el corazón mismo de Jesús. Ya lo vimos al comienzo: en Mateo, Él nos llama a orar por nuestros enemigos. No como una idea idealista… sino como una práctica de fe radical.
Así que llévalo a tu propia vida. Aplica esto a tus enemigos. ¿Puedes orar por ellos sin resentimiento? Intenta hacerlo, incluso si cuesta. Di: “Dios, ayúdalos a amar.” Porque tú sabes que eso les cuesta. Y añade: “Ayúdame a amarlos.” Porque tú también lo necesitas. Pídele al Señor que te dé un amor tan abundante, que sobrepase tu capacidad humana y se convierta en canal de redención. Que fluya hacia todos—amigos o enemigos—hasta que Su amor se convierta en tu respuesta automática.
Terminemos con el último versículo:
1 Tesalonicenses 3:13 (NTV) Que él, como resultado, fortalezca su corazón para que esté sin culpa y sea santo al estar ustedes delante de Dios nuestro Padre cuando nuestro Señor Jesús regrese con todo su pueblo santo. Amén.
La oración en el panorama completo: Jesús va a regresar, prepáralos para ese día.
Este versículo cierra la oración que comenzó en los versículos anteriores, donde Pablo primero agradece por los tesalonicenses, luego ora para que crezcan en amor, y finalmente concluye pidiendo que estén espiritualmente preparados para el regreso de Jesús. Esta forma de orar—con la eternidad en mente—nos ayuda a no quedar atrapados en lo inmediato, a no centrarnos demasiado en las cuestiones temporales que a menudo ocupan nuestro corazón.
Porque sí, cuando oramos por los amigos, solemos enfocarnos en las pruebas que están atravesando. Cuando oramos por los enemigos, en cambio, pensamos en lo que nos han hecho. Pero todas esas situaciones pertenecen al aquí y al ahora. Son reales, sí, pero son pasajeras. La eternidad, en cambio, es permanente. Y orar con esa perspectiva nos lleva a elevar el propósito: no solo pedir alivio, sino salvación.
Ora para que Dios les abra los ojos. Para que se arrepientan de todo pecado y puedan presentarse ante Él sin culpa. No para que simplemente cambien de actitud, sino para que cambien de destino eterno. Porque sin esa transformación, la eternidad les quedaría lejos de Dios. Pero si tú oras, si intercedes, si clamas… tus oraciones pueden abrir una puerta. Pueden ser el puente que los acerque al conocimiento de Cristo. Y por esa gracia, puedan pasar la eternidad en el cielo.
Hoy quiero dejarte con un reto que va más allá de una buena intención. Detente por un momento y pregúntate: ¿por quién necesito comenzar a orar de esta manera? Puede que ni siquiera hayas terminado de hacerte la pregunta cuando ya el nombre aparece en tu mente—lo reconoces sin dificultad, aunque te cueste aceptarlo. Y si sientes que no hay nadie, entonces pídele al Señor que te revele a quién incluir en tu oración.
Si hay una relación que debe ser restaurada, ora por reconciliación. Si sabes que has fallado, ora por perdón, pídele a Dios las palabras y el momento, y da el paso: ve y pide perdón. Si lo que se necesita es salvación, clama para que, si tú no puedes compartir el evangelio directamente, Dios mande a alguien que lo haga en tu lugar.
Es tiempo de dejar de orar únicamente por tus propias heridas, por tus necesidades o por lo que otros te han hecho. Comienza a orar con los ojos puestos en alguien más. Con el corazón abierto para interceder por su redención. Porque cuando tu oración deja de girar en torno a ti, y empiezas a luchar por la salvación de otro…estás reflejando el amor que transforma vidas y abre caminos hacia la eternidad..
Ver también:
- Lee los puntos de discusión anteriores en grupo, incluidas las citas bíblicas. ¿Cuáles son tus pensamientos iniciales sobre estos puntos?
- ¿Con qué frecuencia comienzas tus oraciones con gratitud por los demás? ¿Cómo podría esto cambiar tu corazón?
- ¿Recuerdas alguna ocasión en que Dios te usó para llenar un vacío en la fe o el crecimiento de otra persona? ¿Qué sucedió?
- ¿Hay alguna relación en tu vida por la que necesites orar por la reconciliación o la paz? ¿Cómo puedes empezar a orar de otra manera?
- ¿A quién le resulta difícil amar ahora mismo? ¿Cómo podrías aplicar la oración de Pablo a esa situación?
- ¿Por qué es importante tener presente la eternidad al orar? ¿Cómo cambia esto nuestra perspectiva sobre las dificultades temporales?
- ¿Por quién, amigo o enemigo, te sientes inspirado a empezar a orar hoy? ¿Cuál es tu primer paso?