Hoy estamos cerrando “La búsqueda” y el entrenamiento de discipulado. En esta lección hablaremos de lo que es esencial para hacer discípulos. Pero antes de eso, recordemos dónde hemos estado hasta ahora en esta serie de entrenamiento. Hemos aprendido acerca de la imagen de lo que es un discípulo. Un discípulo es alguien que pone su confianza en Jesús, que honra a Dios y hace discípulos. El proceso para hacer discípulos es entablar una relación con alguien, establecerlo en su fe y empoderarlo para ir y ayudar a alguien más.
Con eso en mente, hoy hablaremos de cinco cosas esenciales para hacer discípulos. Hay que tener estas cinco cosas en cuenta cuando entables una relación de discipulado con alguien y lo estableces en la fe y lo capacitas para hacer más discípulos.
La primera cosa esencial que necesitas es:
Comprométete a una relación verdadera.
El discipulado es una relación. Alguien por allí dijo: “discipulado es entablar relaciones”. Tenemos muchas herramientas en buscadeDIOS.org. Hay muchos temas para escoger pero nada de esto vale si no te importa la persona a la que estás mentoreando. Así que realmente invierte en la relación. Preocúpate por la persona que discípulas que en cualquier otra cosa porque las personas si le importan a Dios. Y eso significa la segunda cosa esencial:
Comparte la verdad correcta en el momento correcto.
Es muy fácil querer manipular la conversación e imponer tu propia agenda. En otras palabras, presta atención a los tipos de temas de los que la otra persona necesita hablar ya sean temas de fe, de la vida, de la familia, etc. No les impongas tus conversaciones basadas en los temas que solo a ti le interesan o de lo que lees. Rápidamente perderás a tu discípulo si lo haces. Lo que debes hacer es escuchar y ver en qué nivel está y hablar de los temas que necesita la próxima vez que se junten. Algo que puedes hacer es dejar que la persona escoja el tema del cual hablarán la próxima vez que se reúnan.
Tercera cosa esencial al hacer discípulos es recordar lo siguiente:
Solo haz tu parte, no la de Dios.
No puedes hacer que la otra persona busque de Dios; simplemente camina junto a ella. No puedes obligarla. Esto es muy útil porque te quita la presión de tus hombros. Tú no eres Dios. Tampoco eres la otra persona. Dios tiene Su parte de llevar a cabo, el individuo tiene la suya y tú tienes la tuya. Sigue estando presente. Sigue amándolo. Sigue siendo fiel. Y ¿qué crees? Si no se presenta a la cita agendada, si parece que esa relación de mentoría se esfuma, no es realmente culpa tuya. Solo haz tu parte, deja que Dios haga la Suya y, ojalá, la persona a la que estás discipulando verdaderamente se tome en serio su búsqueda de Dios.
Y a través de toda la mentoría, no olvides la cuarta cosa esencial de hacer discípulos:
Ora, ora, ora.
Esto es probablemente lo más importante que se debe hacer con las relaciones de discipulado. Ora con los que estás discipulando. También acostúmbrate a orar por ellos, y hazles saber que lo estás haciendo. Que sepan que te interesas por ellos y que son importantes para ti. Mantén un diario de oración y escribe los nombres de las personas que estás mentoreando. Y tómate el tiempo para llevarlos en oración regularmente.
Y ¿sabes qué? si dejan de aparecer, ora por ellos. Ora para que Dios obre en sus vidas. Cuando haces esto, muchas veces, la gente regresa después de meses de no presentarse a las citas de discipulado o de no devolver las llamadas. Sigue orando por ellos. Envíales mensajes de textos de vez en cuando diciéndoles que estás orando por ellos. Pueda que regresen para que les ayudes a buscar de Dios y completar el círculo completo en sus propias vidas. Y si no regresan, tú ya hiciste tu parte.
Pero a lo largo del camino no olvides la quinta y última cosa esencial que aprenderás hoy:
Señala todo a Jesús.
Recuerda, no sólo estás ayudando a alguien a convertirse en una mejor persona; los estás ayudando a conocer a Jesús. Ahora bien, esto no significa que siempre debes cubrir temas explícitamente centrados en la fe. Todavía hay mucho espacio para hablar sobre la familia y la vida. Pero al final del día, asegúrate de apuntar todo a Jesús. Que todo lo que hablen, de una manera u otra los lleve a Jesus.
Ahora, es tu turno de ir y hacer discípulos que a su vez hagan discípulos.