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Puntos de conversación:
- Siempre habrá “Siclags” en nuestra vida—pero no son la promesa. 1 Samuel 27:1-2, 1 Samuel 27:6-7, 1 Samuel 30:1-2
- Qué hacer cuando tu vida está en ruinas:
- Llora con honestidad. 1 Samuel 30:3-4
- Encuentra fuerzas en el Señor. 1 Samuel 30:6,
- Consulta al Señor. 1 Samuel 30:8
- Obedece de inmediato. 1 Samuel 30:8-9, 1 Samuel 30:18, 1 Samuel 31:1
- No te rindas en Siclag. La promesa está más cerca de lo que piensas. Isaías 55:11, 2 Corintios 4:16-18
¿Por qué no puede ser Dios como Waze o Google Maps? Las aplicaciones de mapas buscan siempre la ruta más rápida: del punto A al punto B en el menor tiempo posible. Pero Dios no elige la ruta más veloz, sino la ruta formativa. Su camino hacia las promesas rara vez es eficiente; es fructífero.
Cuando Siclag arde y la esperanza parece desvanecerse, no te rindas. Fortalécete en el Señor, consulta al Señor y obedece al Señor. Descubrirás que la promesa está más cerca de lo que piensas. Eso fue lo que David aprendió de la manera más dura, en carne propia.
Hoy lo vemos veinte años después de haber sido ungido como rey. Está cansado, agobiado y tentado a pensar que la promesa ya lo ha pasado por alto (1 Samuel 27:1 NTV). Sin embargo, no se rindió. Se aferró a lo que Dios le había dicho. Y de su experiencia aprenderemos cómo responder y enfrentar esos momentos en los que estamos a un paso de rendirnos y dejar de confiar en Dios.
¿Has estado allí alguna vez? Pierdes de vista el destino y lo único que miras es el camino. En esos momentos en que no estás seguro del dónde, lo único que te queda es seguir el camino.
Ese camino se sostiene en disciplinas diarias. Los hábitos determinan los resultados. Como dice la frase: “Objetivos de primera no prosperan con hábitos de segunda.” En otras palabras, no lograrás nada si no tienes buenos hábitos.
También se sostiene en obediencia simple. Las matemáticas del Reino son claras: nosotros manejamos la obediencia, y Dios maneja los resultados. David tuvo oportunidades de tomar el trono. Pudo haber matado a Saúl. Pero entendía que el lugar correcto, tomado de la manera incorrecta, sigue siendo el camino incorrecto.
Siempre habrá “Siclags” en nuestra vida—pero no son la promesa.
Los Siclags en nuestra vida representan esos espacios que aparentan ser seguros, familiares y protegidos, pero que en realidad no forman parte de la promesa de Dios. Al retomar la historia de David, encontramos que ya llevaba entre ocho y diez años huyendo de Saúl, cargando con el cansancio y la presión de la persecución constante.
En medio de esa desesperación, tomó la mala decisión de refugiarse en territorio enemigo, buscando alivio en un lugar que parecía ofrecer protección, pero que no era el destino que Dios había preparado para él.
1 Samuel 27:1-2 (NTV) Pero David seguía pensando: «Algún día Saúl me va a atrapar. Lo mejor que puedo hacer es escapar y vivir entre los filisteos. Entonces Saúl dejará de buscarme en el territorio israelita, y por fin estaré a salvo». 2 Así que David tomó a sus seiscientos hombres y fue y se unió a Aquis, hijo de Maoc, rey de Gat.
Nota lo que está ocurriendo en este pasaje. David está teniendo una conversación interna, hablándose negativamente a sí mismo. Y así es como trabaja el enemigo: el desaliento suele comenzar con una narrativa interna que no está rendida a la verdad de Dios.
Cuando esa narrativa toma control, no solo llega el desaliento, también la esperanza comienza a desvanecerse. Por eso es vital cuidar tu diálogo interior. No se trata únicamente de las palabras que pronuncias, sino de lo que piensas y de lo que te repites a ti mismo en silencio.
El pensamiento de David lo llevó a buscar refugio en territorio filisteo. Esa decisión nació de su diálogo interno. Y aquí está la lección: el diálogo interno sin diálogo con Dios siempre terminará desviándote del camino.
1 Samuel 27:6-7 (NTV) Entonces Aquis le dio la ciudad de Siclag (que hasta el día de hoy pertenece a los reyes de Judá), 7 y vivieron allí entre los filisteos un año y cuatro meses.
Siclag probablemente significa “torcido” o “zigzagueante”. Los eruditos debaten la raíz exacta porque es un nombre filisteo, no originalmente hebreo. Literalmente, David se estaba yendo a vivir a un lugar “torcido”, un lugar que Dios no le había prometido. Y se entiende que haya tomado esta mala decisión: estaba agobiado, desesperado, y su desesperación lo llevó a dudar de la promesa de Dios.
De aquí surge una moraleja fuerte: no dejes que un corazón cansado o agobiado escriba tu teología. No permitas que el desaliento, el miedo o el agotamiento definan lo que crees acerca de Dios. El cansancio puede llevarte a conclusiones equivocadas: “Dios no me va a cumplir”, “es mejor buscar refugio en otro lado”. La teología —lo que creemos de Dios— debe estar basada en Su Palabra y en Sus promesas, no en nuestras emociones momentáneas.
David finalmente encontró cierta estabilidad en Siclag. Tenía una base de operaciones, seguridad frente a Saúl, seiscientos guerreros leales y un sentido de pertenencia e impulso. Honestamente, parecía una victoria. Para un hombre que había estado huyendo por años, Siclag se sentía como en casa.
Pero aquí está la verdad: Siclag era cómodo, pero no era la promesa. David pudo haberse quedado allí para siempre. Pudo haber dicho: “La vida finalmente me sonríe. Construiré una vida aquí.” Sin embargo, Dios había hablado algo mucho más grande sobre su vida: darle cada ciudad en Israel, liderazgo sobre toda una nación y un trono establecido por el mismo Dios. David pudo haberse conformado con Siclag, pero Dios tenía más.
Siclag era bueno, pero a veces lo bueno es el enemigo de lo mejor de Dios. Recuerda: siempre habrá “Siclags” en nuestra vida, esos lugares que se sienten seguros, familiares y protegidos, pero que no son la promesa. Siclag representa conformarse con la comodidad en lugar del llamado, quedarse con lo que funciona en lugar de dar el paso hacia lo que Dios ha hablado, elegir lo que podemos controlar en lugar de lo milagroso.
El principio espiritual es claro: administra lo que Dios provee; no te conformes con menos de lo que Él prometió. Siclag fue provisión, no promoción. No confundas lo temporal con la herencia. No es orgullo pedir lo que Dios prometió, es fe. “Si Él lo prometió, ya lo pagó.” Lo que tenemos que procurar es hacer bien la asignatura de hoy y seguir orando por la unción de mañana.
Y prepárate: Dios a veces quemará tu Siclag para impulsarte hacia tu destino. Eso fue lo que le pasó a David. Tres capítulos después leemos lo siguiente…
1 Samuel 30:1-2 (NLT) Tres días después, cuando David y sus hombres llegaron a su casa en la ciudad de Siclag, encontraron que los amalecitas habían asaltado el Neguev y Siclag; habían destruido Siclag y la habían quemado hasta reducirla a cenizas. 2 Se habían llevado a las mujeres y a los niños y a todos los demás, pero sin matar a nadie.
A veces Dios quema tu Siclag, y no lo hace para dejarte vacío ni en ruinas, sino para llevarte al lugar de Su promesa. Lo que parece pérdida puede ser, en realidad, el impulso hacia tu destino.
La comodidad tiene un efecto peligroso: puede adormecer el corazón y hacernos olvidar lo que Dios habló. Lo seguro no siempre es lo eterno; lo que parece refugio puede convertirse en distracción y alejarnos de la verdadera herencia que Dios tiene preparada.
Por eso, cuando llegue ese momento en que tu “Siclag” arda y todo parezca derrumbarse, no te desanimes ni reniegues contra Dios. Confía en Su plan, porque Él nunca deja de obrar a favor de quienes esperan en Él.
Eso fue lo que hizo David. En medio de un evento trágico y devastador, eligió fortalecerse en el Señor, consultar al Señor y obedecerle. Y de sus acciones aprendemos cuatro consejos prácticos para seguir cuando nuestra vida queda —o parece estar— en ruinas.
Qué hacer cuando tu vida está en ruinas:
Primero, llora con honestidad.
1 Samuel 30:3-4 (NTV) Cuando David y sus hombres vieron las ruinas y se dieron cuenta de lo que les había sucedido a sus familias, 4 lloraron a más no poder.
Segundo, encuentra fuerzas en el Señor.
1 Samuel 30:6 (NTV) David ahora se encontraba en gran peligro, porque todos sus hombres estaban muy resentidos por haber perdido a sus hijos e hijas, y comenzaron a hablar acerca de apedrearlo. Pero David encontró fuerzas en el Señor su Dios.
Tercero, consulta al Señor.
1 Samuel 30:8 (NTV) y David le preguntó al Señor: —¿Debo perseguir a esta banda de saqueadores? ¿Los atraparé?…
Por último, obedece de inmediato.
1 Samuel 30:8-9 (NTV) …Y el Señor le dijo: —Sí, persíguelos. Recuperarás todo lo que te han quitado. 9 De modo que David y sus seiscientos hombres salieron…
El resultado de hacer estas 4 cosas lo vemos en el versículo 18;
1 Samuel 30:18 (NTV) Así que David recuperó todo lo que los amalecitas habían tomado…
¿Crees que David se desanimó? Probablemente sí. La Biblia nos dice que estaba cansado, agotado por años de persecución y lucha. Ahora bien, piensa en esto: ¿qué hubiera pasado si se hubiera rendido y dejado de confiar en Dios? ¿Qué si se hubiera conformado con Siclag, ese lugar cómodo pero fuera de la promesa?
La misma pregunta nos alcanza hoy: ¿qué pasa si tú te conformas con tu comodidad? Lo que parece refugio puede convertirse en un límite que te impide ver lo que Dios tiene preparado.
Mientras David estaba distraído en Siclag, Dios seguía obrando en Israel. Aunque él no lo veía, el plan de Dios avanzaba. Y al pasar al capítulo 31, encontramos un cambio de escena que revela cómo Dios estaba moviendo las piezas para cumplir Su palabra.
1 Samuel 31:1 (NTV) Ahora bien, los filisteos atacaron a Israel…
Ve a casa y lee toda la narrativa, pero aquí está el resumen: el rey Saúl murió en batalla. La Biblia nos da el tiempo exacto en 2 Samuel 1:1-2, 4 (NTV): “Después de la muerte de Saúl, David regresó de su victoria sobre los amalecitas y pasó dos días en Siclag. Al tercer día llegó un hombre del campamento del ejército de Saúl… ‘Me escapé del campamento israelita’, le respondió el hombre. ‘Todo nuestro ejército huyó de la batalla. Murieron muchos hombres. Saúl y su hijo Jonatán también están muertos.’”
Considera esto: la distancia desde el monte Gilboa hasta Siclag es de más de 80 millas, un viaje de tres días que este hombre hizo para llegar con David. Esto significa que la derrota y muerte de Saúl a manos de los filisteos y la victoria de David sobre los amalecitas ocurrieron aproximadamente al mismo tiempo.
Recuerda también que la primera victoria de Saúl como rey fue precisamente contra los amalecitas. Sin embargo, falló la prueba porque no obedeció completamente a Dios. Tomó las cosas en sus propias manos, mostró su verdadero corazón y, como resultado, perdió la aprobación y la unción de Dios. David, en cambio, se negó a forzar la mano de Dios y matar a Saúl él mismo. Y fue Dios, en Su tiempo, quien se encargó de todo.
Ahora vemos a David salir de entre las cenizas hacia la unción en cuestión de días. Retraso no significa negación. Después de veinte años, David finalmente ve cumplida la promesa de Dios. Jeremías 1:12 nos recuerda que Dios vela sobre Su palabra para cumplirla, e Isaías 55:11 afirma que Su palabra no volverá vacía.
La enseñanza de este punto es clara: muchas veces estás más cerca de la promesa justo después de la presión más fuerte. David estaba a un paso de ver la promesa de Dios cumplida, pero si se hubiera rendido al ver a Siclag quemada y a su familia secuestrada, nunca la habría recibido.
No te rindas en Siclag. La promesa está más cerca de lo que piensas.
De una vez te doy la enseñanza de este punto y quiero que quede bien claro: el enemigo no gana cuando estás desanimado; gana solo cuando te rindes. El enemigo de tu alma quiere que te rindas.
Él no obtiene la victoria cuando estás cansado. Tampoco cuando estás desanimado, derribado o huyendo. Su victoria llega únicamente si decides darte por vencido.
Satanás, nuestro enemigo, miente. Susurra frases como: “No puedes confiar en Dios, Él no cumplirá.” “Dios perdona los pecados… pero no a alguien como tú.” “Tú sabes lo que hiciste…” “Dios no es TAN bueno, ya estás demasiado lejos de Su perdón.” Incluso llega a sembrar dudas: “Ni siquiera sabes si Él existe…”
Pero la verdad es esta: no te rindas en Siclag. La promesa está más cerca de lo que piensas.
Isaías 55:11 (NTV) Lo mismo sucede con mi palabra. La envío y siempre produce fruto; logrará todo lo que yo quiero, y prosperará en todos los lugares donde yo la envíe.
Dios no habla en vano ni promete algo que luego no cumple. Él le prometió el reino a David, y aunque pasaron veinte largos años de espera, finalmente le entregó la corona. Esa misma fidelidad es la que sostiene tu vida hoy: el Dios que cumplió con David también cumplirá contigo.
Por eso, ten ánimo. Quizá estés a solo tres días de distancia de ver la respuesta, de experimentar el cumplimiento de lo que Él ya habló sobre ti. No te des por vencido, aunque el cansancio y la duda quieran detenerte.
2 Corintios 4:16-18 (NTV) Es por esto que nunca nos damos por vencidos. Aunque nuestro cuerpo está muriéndose, nuestro espíritu va renovándose cada día. 17 Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades! 18 Así que no miramos las dificultades que ahora vemos; en cambio, fijamos nuestra vista en cosas que no pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos ver pronto se habrán ido, pero las cosas que no podemos ver permanecerán para siempre.
Este es el testimonio de Pablo, un seguidor de Cristo que atravesó grandes dificultades y vivió bajo una intensa persecución. Su fe se mantuvo firme aun en medio de pruebas que parecían insoportables, y su ejemplo nos recuerda que la esperanza en Dios nunca se apaga.
Si para él fue verdad en medio de sufrimientos tan profundos, ¡cuánto más cierto es para nosotros en nuestras leves y momentáneas dificultades! Lo que enfrentamos hoy no se compara con la gloria eterna que Dios está preparando, y esa certeza nos sostiene para no rendirnos en el camino.
El máximo y definitivo Siclag en ruinas lo enfrentó Jesús. Él vivió su propio “Siclag”: la cruz. Cuando la promesa parecía más lejana, en realidad estaba más cerca (Hebreos 12:2–3 NTV). Y porque Él resucitó, tu futuro no está en duda (Filipenses 1:6 NTV).
La promesa suprema no es una ciudad ni un trono terrenal, sino tu salvación eterna. En la cruz, Jesús cargó con tu pecado y tu quebranto. En la tumba vacía, aseguró tu victoria. Lo que parecía derrota fue, en realidad, el cumplimiento más glorioso de la promesa de Dios.
Hoy, igual que David en la Siclag quemada y en ruinas, puedes sentirte inseguro, abatido, lejos o confundido. Pero escucha: la cruz fue el lugar donde la promesa se cumplió, y la resurrección es la garantía de que tu vida tiene esperanza.
El llamado es claro: no te conformes con tu Siclag. Entrégale tu vida a Cristo y recibe la herencia que nunca se quema, nunca se pierde y nunca se acaba. Y si nunca le has dado tu corazón y tu vida a Jesús, hoy es el momento.
Todos pasamos por momentos difíciles, tristes y desesperantes. La diferencia es que sin Jesús los enfrentas solo. Pero con Jesús la carga es menos pesada, porque Él nunca nos deja y nos da la fuerza cuando venimos a Él con llanto y con el corazón en la mano. Acepta vivir con este Amigo fiel.
- Lee los puntos de discusión anteriores en grupo, incluidas las citas bíblicas. ¿Cuáles son tus pensamientos iniciales sobre estos puntos?
- ¿Dónde has sentido la tentación de “pensar por ti mismo” en lugar de buscar la perspectiva de Dios, como David en Siclag?
- ¿Cuál es tu “Siclag” personal—un lugar de comodidad o compromiso que quizá hayas confundido con la promesa de Dios?
- ¿Cuál de las respuestas de David—llorar, fortalecerte, consultar o obedecer—es la más difícil para ti en este momento?
- ¿Cómo sueles manejar las temporadas que se sienten como cenizas o retrocesos? ¿Qué necesita cambiar?
- ¿Dónde percibes que Dios está obrando detrás de escena en formas que aún no puedes ver?
- ¿Cómo se vería negarte a rendirte en tu temporada actual? ¿Qué paso de obediencia te está pidiendo Dios que tomes?
