No solo la Navidad se trata de Jesús, sino toda la Biblia y toda la historia. En la serie de este mes hemos estado hablando del árbol genealógico de Jesús. Hoy veremos una parte de la historia de Navidad que quizá nunca has escuchado. Está justo al inicio, las primeras palabras del Nuevo Testamento:
Mateo 1:1-2 (NTV) El siguiente es un registro de los antepasados de Jesús el Mesías, descendiente de David y de Abraham: 2 Abraham fue el padre de Isaac. Isaac fue el padre de Jacob. Jacob fue el padre de Judá y de sus hermanos.
Aquí, en Utah, les encantan las genealogías. Pero esta parte parece como el botón de “saltar intro” en Netflix. ¿No es importante? ¡Incorrecto!
La verdad es que las personas en esa genealogía no son lo que esperarías. Jesús es perfecto… ¿no debería tener un papá, abuelo y tatarabuela perfectos? Resulta que no. Durante las últimas dos semanas al investigar estos nombres hemos descubierto que:
No hay personas intachables en el árbol genealógico de Jesús; de hecho, algunos ni pertenecían al pueblo israelita.
Como Rahab y Rut, dos mujeres que ni siquiera eran israelitas. Y aun así están en el árbol genealógico de Jesús. En aquel tiempo, ni siquiera se mencionaban a las mujeres en las genealogías. Pero ellas aparecen, junto con tres más.
Y cuando profundizamos aún más, encontramos otra verdad:
Dios entra en nuestras familias rotas para ofrecer una elección a cada generación.
Vimos a tres generaciones de reyes en la línea de David: Acaz, un rey malvado. Su hijo Ezequías, que rompió la maldición y honró a Dios. Su nieto Manasés, que siguió los caminos malvados de su abuelo. La enseñanza clave es que cada generación es libre de tomar su decisión.
Por eso enseñamos a familias completas acerca de Jesús. Queremos que padres e hijos hagan la elección correcta. Puedes heredar buen cabello, buena voz e incluso la Biblia familiar. Pero no puedes heredar una relación con Dios. Los hijos necesitan tomar su propia decisión. Incluso si sus padres no la tienen, ustedes aún pueden elegir seguir a Jesús.
Hoy quiero que veamos otra sección del árbol genealógico para aprender una lección más importante. Es un versículo que nunca hemos visto en Nochebuena, porque parece tan al azar:
Mateo 1:12 (NTV) Luego del destierro a Babilonia: Joaquín fue el padre de Salatiel. Salatiel fue el padre de Zorobabel.
¡Ese es un nombre divertido! ¿Hay algún Zorobabel leyendo esto hoy? Lo interesante de ese nombre es que es el último en la lista del que sabemos algo bíblicamente. Nadie más en esta parte de la genealogía aparece en el Antiguo Testamento.
Nombres como Abiud, Eliaquim, Azor, Sadoc… nueve nombres en total en los versículos 13–15 vuelven a aparecer en la Biblia. Esta es la primera y última vez que los vemos. Son personas perdidas en la historia. Gente común, no patriarcas, profetas ni príncipes. Y aun así están en la historia de Navidad. Y es porque,
Jesús ama incluir a la gente común en su árbol genealógico. 1 Corintios 1:26
No necesitas ser famoso, rico, talentoso o atractivo. Si Azor y Sadoc entraron en la lista, ¡tú también puedes!
Más adelante, el apóstol Pablo lo dice de la siguiente manera:
1 Corintios 1:26 (NTV) Recuerden, amados hermanos, que pocos de ustedes eran sabios a los ojos del mundo o poderosos o ricos cuando Dios los llamó.
Muchas personas vienen a la iglesia cada semana a aprender de Jesús. Somos gente común como tú, nada especial. Rotos e imperfectos. Pero somos seguidores de Jesús. No solo el bebé en el pesebre, sino el Jesús adulto que murió en la cruz por nuestros pecados. Él cambió completamente nuestras vidas. Ahora somos parte de su árbol genealógico. Y tú estás invitado a ser parte también.
Este año queremos dar a cada familia un reto: haz de Jesús parte de tu nueva tradición. No solo en Nochebuena, sino cada domingo. Únete a una iglesia donde la Palabra de Dios se enseñe.
Y es que la vida no siempre se trata de luces y regalos divertidos. A veces la vida es frustrante, injusta e incontrolable. Y la Biblia tiene mucho que decir al respecto. ¡Así que se parte de una iglesia este enero!
Porque Jesús quiere tener una relación con gente común como tú y yo. Por eso vino a morir en la cruz para darte salvación y que podamos pasar la eternidad con Él.