La genealogía de Jesús no es un listado aburrido, sino un recordatorio poderoso: Dios obra en medio de familias imperfectas y generaciones quebradas. Acaz, Ezequías y Manasés muestran que cada generación enfrenta su propia decisión: apartarse o seguir al Señor. La Navidad nos recuerda que Jesús vino no por linajes perfectos, sino para redimir historias rotas y abrir su familia a todos los que creen.

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Puntos de conversación:

  • El rey Acaz representa el pecado generacional: sacrificar lo que más importaba por miedo y autopreservación. 2 Reyes 16:2–3
  • El rey Ezequías rompió el ciclo confiando en Dios, quitando los ídolos y orando en tiempos de crisis demostrando que la gracia es más fuerte que la genética; tu pasado no tiene por qué definir tu futuro. 2 Reyes 18:5–7, Ezequiel 18:20
  • La gracia es más fuerte que la genética; tu pasado no tiene por qué definir tu futuro. Ezequiel 18:20
  • El rey Manasés muestra que la fe no se hereda. Cada generación debe elegir a Dios por sí misma. Dios no tiene nietos. Los padres moldean ambientes, pero solo Dios cambia los corazones. 2 Reyes 21:2–6, Deuteronomio 6:4–7
Discusión:
  1. Lee los puntos de discusión anteriores en grupo, incluidas las citas bíblicas. ¿Cuáles son tus pensamientos iniciales sobre estos puntos?
  2. ¿Qué tradiciones familiares —buenas o rotas— se te han transmitido? ¿Cómo han moldeado tu fe?
  3. ¿De qué maneras las familias modernas sacrifican a sus hijos sin darse cuenta?
  4. ¿Qué es lo que más destaca de la decisión de Ezequías de romper el ciclo del pecado de su padre?
  5. ¿Por qué es reconfortante —y a la vez desafiante— que “Dios no tiene nietos”?
  6. ¿Cómo pueden los padres influir en la fe sin tratar de controlar los resultados?
  7. Mientras te reúnes alrededor de la mesa de Navidad este año, ¿qué patrones deseas continuar o terminar para la próxima generación?