En esta serie vamos a profundizar en el árbol genealógico del niño Jesús. Nos basaremos en Mateo 1, una parte que normalmente pasamos por alto: las genealogías. Queremos descubrir qué podemos aprender de los nombres inesperados que aparecen allí.
Imagina que estás viendo una serie en Netflix y aparece el botón “Omitir intro”. Buscas el control remoto para ahorrarte esos segundos que nunca recuperarás. ¿Sabías que la historia de Navidad tiene algo parecido? Está ahí mismo, al principio del Nuevo Testamento.
Mateo 1:1-2 (NTV) El siguiente es un registro de los antepasados de Jesús el Mesías, descendiente de David y de Abraham…
Cada Navidad leemos Lucas 2: los pastores, los ángeles, el pesebre. Casi nadie lee Mateo 1. ¿Por qué? Porque parece la pantalla de “saltar introducción” del Nuevo Testamento. Confieso que cuando leo la Biblia en un año, paso rápidamente las genealogías. Pero en esta serie vamos a detenernos en ese árbol genealógico para ver qué podemos aprender de los nombres inesperados que aparecen allí.
La genealogía de Mateo incluye tres conjuntos de catorce nombres: de Abraham a David (historia del Antiguo Testamento), de David al exilio (los reyes de Judá), y del exilio al Mesías (el período post-exílico). No es una lista exhaustiva, porque en aquel entonces las genealogías se usaban para demostrar un punto. Mateo quiere dejar claro que Jesús es el heredero del trono de David. Hoy nos centraremos en el primer conjunto de catorce nombres, la próxima semana en el segundo, y en Nochebuena en el tercero.
Lo sorprendente es que Mateo incluye cinco mujeres en su lista. Hoy veremos tres de ellas. En el primer siglo, las genealogías nunca incluían mujeres, y menos aún mujeres con historias complicadas. Pero Mateo coloca intencionalmente a Tamar, Rahab y Rut. ¿Por qué? Porque la historia de Navidad no trata de gente perfecta, sino de un Dios fiel que invita a los de afuera a su familia.
Mateo 1:3 (NTV) Judá fue el padre de Fares y de Zera (la madre fue Tamar)…
La historia de Tamar aparece en Génesis 38, uno de los capítulos más incómodos de la Biblia. Ella se casó con un hijo de Judá, pero él murió. El segundo hijo debía darle descendencia, pero se negó y Dios lo juzgó. Judá prometió su tercer hijo, pero nunca tuvo intención de cumplir.
Tamar quedó sin hijos, atrapada socialmente, sin legado ni seguridad. Entonces hizo lo impensable: engañó a Judá haciéndose pasar por una prostituta, y quedó embarazada de él. Esta no es una historia sobre el engaño de Tamar, sino sobre la negligencia y la injusticia de Judá. Tamar fue la agraviada y abandonada.
Génesis 38:26 (NTV) Judá los reconoció enseguida y dijo: —Ella es más justa que yo, porque no arreglé que ella se casara con mi hijo Sela. Y Judá nunca más volvió a acostarse con Tamar.
De Tamar nacieron Fares y Zera. Fares está en la lista de Mateo, y de su descendencia vendría David… y finalmente Jesús.
La historia de Tamar revela que Dios interviene en las partes ocultas y dolorosas de nuestra vida, trayendo justicia y redención.
¿Alguna vez has intentado ocultar tu historia? ¿Tu pasado? ¿Tu fracaso? ¿Tu dolor? Dios te ve. Él no se aleja de ti. La historia de Tamar nos recuerda que él se acerca más a ti. No para avergonzarte. Él no se aleja de nuestro dolor ni de nuestro fracaso, sino que se acerca para ofrecer esperanza.
La segunda mujer de la que leemos en este primer set es Rahab.
Mateo 1:5a (NTV) Salmón fue el padre de Booz (su madre fue Rahab)…
Rahab aparece en Josué 2. Era una prostituta cananea que vivía en Jericó, una ciudad marcada para el juicio.
Josué 2:1 (NTV) Luego Josué envió en secreto a dos espías desde el campamento israelita que estaba en la arboleda de Acacias[a] y les dio la siguiente instrucción: «Exploren bien la tierra que está al otro lado del río Jordán, especialmente alrededor de la ciudad de Jericó». Entonces los dos hombres salieron y llegaron a la casa de una prostituta llamada Rahab y pasaron allí la noche.
Sin más, el libro de Josué entra en la narrativa bíblica con respecto a esta mujer.
Rahab cumple todos los requisitos. Ella vivía en una ciudad marcada para el juicio. Era cananea rodeada de idolatría y maldad; era una paria social (prostituta)
Ella escondió a los espías y arriesgó su vida para protegerlos. Este fue un acto de guerra contra su propia ciudad. En medio de su contexto de idolatría y pecado, pronunció una de las declaraciones de fe más claras del Antiguo Testamento:
Josué 2:9,11 (NTV) 9 —Sé que el Señor les ha dado esta tierra. … 11 Pues el Señor su Dios es el Dios supremo arriba, en los cielos, y abajo, en la tierra.
Cuando ella pronunció estas palabras, ella todavía era una prostituta. Ella no ha limpiado su vida. Aún no está viviendo en obediencia al pacto. Pero ella reconoció la verdad sobre Dios salvándose ella y a toda su familia de una destrucción segura.
La historia de Rahab muestra que la fe viene antes de ordenar nuestra vida. Su confesión de la grandeza de Dios vino mucho antes de que entendiera la obediencia al pacto.
¿Ves esto en tu historia? Esto es para el creyente y para el buscador. ¡Eres Rahab! Una cosa es que Rahab esté en el Antiguo Testamento pero Dios va un paso más allá: ¡está en la línea de Jesús! Rahab no sólo se salva: ella es injertada en la historia del Mesías.
Hebreos 11 la llama heroína de la fe, Santiago 2 resalta su obediencia, y Mateo la honra como parte del árbol genealógico de Jesús junto con otra mujer, la última que veremos hoy: Rut.
Mateo 1:5b (NTV) Booz fue el padre de Obed (su madre fue Rut).
Resumen rápido: Noemí (la suegra de Rut)j, su marido y sus hijos se mudan de Belén a Moab debido a una gran hambruna. Los hijos se casan con mujeres moabitas y luego mueren antes de tener hijos. Una de esas nueras fue Rut quien sigue a su suegra de regreso a Israel.
Rut 1:16 (NTV) —…A donde tú vayas, yo iré; dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.
Suena un poco como la fe de Rahab. En resumen, Rut tiene tres puntos en su contra: era una viuda pobre e impotente. Era extranjera, de Moab, una nación nacida del incesto (Génesis 19-hijo de Lot concebido por su hija). Excluidos de entrar en la asamblea del Señor por 10 generaciones (Deuteronomio 23:3)
Cualquiera de estos tres habría sido un gran obstáculo para que una mujer lo superara. Rut tenía los tres. Empero avancemos rápidamente hasta el final de su historia: Rut termina casándose con un hombre de Judá; Booz. Tienen un hijo: Obed quién tiene un hijo: Jesse (¿te suena familiar?) ¡Es el padre de David! ¡Entonces Rut es la bisabuela de David!
La historia de Rut ilustra que seguir a Dios requiere dejar atrás nuestra antigua identidad. Su decisión de seguir a Noemí y confiar en Dios cambió su futuro para siempre.
Un poco cursi, lo sé. ¿Pero te sorprende escuchar eso? El breve libro de Rut termina con una genealogía, desde Fares hasta David, exactamente la misma que aparece en la genealogía de Mateo. ¡Excepto que Mateo incluye a las mujeres aunque entre paréntesis!
En conclusión, en los días de Jesús una genealogía era como un currículum: se incluían héroes y ancestros honorables. Pero Mateo incluye a Tamar, Rahab y Rut: mujeres gentiles, con pasados complicados, marcadas por escándalos. ¿Por qué? Porque la historia de Navidad no trata de gente perfecta, sino de un Dios fiel que invita a los de afuera a su familia.
El evangelio nos recuerda que no entramos en la familia de Dios por tener una vida pulida ni por aparentar perfección. Entramos por la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios que vino a incluir a los que estaban lejos.
Todas las mujeres que vivimos eran outsiders, mujeres con historias quebradas, pero Dios las incluyó en la línea que lleva hasta David… y finalmente hasta Jesús. Tamar, Rahab y Rut nos muestran que Dios abre su familia a los que se sienten indignos, que la fe es el primer paso, que seguirlo implica dejar atrás lo que nos ata, y que su fidelidad nunca falla. La Navidad es la invitación de un Dios que dice: “Ven, únete a mi familia. No porque seas perfecto, sino porque yo soy fiel.”