Esta es la primera lección de tres en la serie “Manteniéndote Firme en los tiempos difíciles.” Puede parecer un punto de partida extraño, pero es importante recordar que Jesús mismo nos advirtió sobre las dificultades. En Juan 16:33, Jesús dice:
Juan 16:33 (NTV) Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo.
Observa cómo Jesús no dice si tienes pruebas y tristezas o sea problemas. Él dice, tendrás. Es una certeza. Justo antes de ascender al cielo, Jesús quería que sus discípulos entendieran que los tiempos difíciles eran inevitables. La palabra griega usada aquí para “problema” es thlipsis, que transmite la idea de estar presionado, aplastado o encerrado. Se refiere a dificultades significativas, el tipo de pruebas que se sienten como si te estuvieran presionando y aplastando o sea quitándote la vida.
Pero nota la esperanza en las palabras de Jesús. Después de reconocer la inevitabilidad de los problemas, dice: “¡Pero anímense!” ¿Por qué? Porque Él ha vencido al mundo.
La palabra griega para “mundo” aquí es cosmos, es decir, el orden o la organización de las cosas. Jesús está diciendo, “He vencido las circunstancias aplastantes y abrumadoras que enfrentas. Confía en mí yo ya puse todo en orden para tu bien.”
Podemos encontrar consuelo en medio de la tribulación sabiendo que Jesús nos comprende y empatiza con nosotras.
Lo sé: la confianza puede ser un desafío total cuando estás en medio de una situación dolorosa. Pero recuerda, Dios es paciente y amoroso. Él conoce nuestras heridas y se identifica con nuestras luchas. Cada vez que he clamado a Él durante mis momentos difíciles, Él no respondió con juicio. En cambio, me recibió con empatía, paciencia y amor. Esto es porque Él se hizo hombre y sufrió tanto o más que cualquier ser humano en la historia de la humanidad. Miremos como Isaías describe a Jesús:
Isaías 53:3 (NTV) hombre de dolores, conocedor del dolor más profundo.
Jesús comprende el dolor a nivel personal. Él sabe exactamente cómo guiarnos por los valles oscuros de la vida porque Él mismo pasó por ellos. Él se sintió solo y abandonado en la cruz (Mateo 27:46). Se sintió desesperado con el corazón oprimido por la agonía cuando oraba y lloraba en el Getsemaní una noche antes de Su calvario (Lucas 22:44).
Recordemos que la tribulación es parte de la vida cristiana. No nos desanimemos, más bien centremos nuestros ojos en la veracidad del carácter inmutable de Dios.
Recuerda que tus circunstancias no determinan la bondad de Dios. Es natural asociar nuestras circunstancias con el carácter de Dios. Cuando la vida es buena, pensamos que Dios es bueno. Pero cuando la vida es difícil, empezamos a cuestionar Su bondad. Este pensamiento es erróneo.
El carácter de Dios no cambia. Él siempre es bueno. No importa las circunstancias que enfrentemos, Su bondad es constante y permanece para siempre.
J.I. Packer, teólogo y escritor cristiano, dijo una vez:“La gente trata la soberanía de Dios como un tema de controversia, pero en las Escrituras es un tema de adoración”. En otras palabras, en lugar de cuestionar o dudar de la soberanía de Dios cuando pasamos dificultades, la Escritura nos llama a reconocer que Él tiene todo el poder y el control de todo y por lo tanto hay que adorarlo por ello. Cuando hacemos esto, estamos confiando en Su poder y autoridad sobre todas las cosas; buenas o malas. Veamos lo que dice la Biblia sobre la bondad de Dios:
Salmos 25:8-9 (NTV) El Señor es bueno y hace lo correcto; les muestra el buen camino a los que andan descarriados. 9 Guía a los humildes para que hagan lo correcto; les enseña su camino.
Salmos 145:9 (NTV) El Señor es bueno con todos; desborda compasión sobre toda su creación.
La palabra hebrea para compasión aquí es rakhamim, que está relacionada con la palabra matriz o útero (rejem). Esto destaca la conexión emocional profunda y el cuidado que implica la compasión, similar al amor y protección maternal. Así como una madre tiene un amor tierno y compasivo hacia su hijo que nació de su útero, Dios también muestra Su amor tierno y compasivo para nosotras.
Salmos 100:4-5 (NTV) Entren por sus puertas con acción de gracias; vayan a sus atrios con alabanza. Denle gracias y alaben su nombre. 5 Pues el Señor es bueno. Su amor inagotable permanece para siempre, y su fidelidad continúa de generación en generación.
Salmos 34:8 (NTV) Prueben y vean que el Señor es bueno; ¡qué alegría para los que se refugian en él!
Salmos 69:16 (NTV) Contesta a mis oraciones, oh Señor, pues tu amor inagotable es maravilloso; cuida de mí, pues tu misericordia es muy abundante.
¿Necesitas más versículos que te digan de la bondad inagotable y misericordiosa de Dios? Cuando te vengan las pruebas y dificultades de la vida, como siempre vendrán, no pienses que es porque Dios no te ama. Es porque como humanos estamos en este mundo susceptibles a circunstancias buenas y a circunstancias adversas. Sin embargo, nunca dudes de la bondad de Dios hacia ti. No podemos evitar las dificultades pero confía que Dios está contigo a cada momento de tu prueba.
El escritor cristiano G.K. Chesterton dijo una vez: “Jesús prometió a sus discípulos tres cosas: que serían completamente valientes, absurdamente felices y estarían en constantes problemas”. Chesterton quiso decir que los problemas están garantizados. Pero también lo son la empatía, la bondad y la fidelidad de Dios. Cuando te encuentres atravesando una temporada difícil, recuerda estas dos verdades:
- Jesús prometió que enfrentaremos tiempos difíciles.
- Nuestras circunstancias no determinan la bondad de Dios.
Así que ¡anímate! Jesús ha vencido al mundo. Venga lo que venga a tu vida, fortalécete en la bondad y amor de Dios. Sobre todo, vive tu vida para el Señor confiando que con Él todo lo puedes (Filipenses 4:13).
Memoriza el siguiente versículo para tu propio crecimiento y para que sigas confiando en la bondad de Dios en tus momentos difíciles:
Juan 16:33 (NTV) Les he dicho todo lo anterior para que en mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo.
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