Gálatas 5 hace un vívido contraste entre dos fuerzas que compiten por el control de nuestras decisiones en la vida: el Espíritu Santo y  la naturaleza pecaminosa. El Espíritu Santo es Dios. Él viene a morar en cada cristiano desde el momento en que confiamos en Jesús. Gálatas 5:22-23 describe los cambios que se producen cuando seguimos al Espíritu Santo – cualidades que todos queremos ver desarrollar en nuestras vidas.

En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!

Por el contrario, la naturaleza pecaminosa (“la carne” en traducciones antiguas) es la condición moral y espiritual caída de los seres humanos que se inclina generalmente hacia el pecado. La naturaleza pecaminosa es la fuente de nuestros pensamientos internos, actitudes e impulsos que son contrarias a la voluntad y el carácter de Dios. En Gálatas 5:19-21, puedes ver lo dramáticamente diferente que es la naturaleza pecaminosa a la del Espíritu.

Cuando ustedes siguen los deseos de la naturaleza pecaminosa, los resultados son más que claros: inmoralidad sexual, impureza, pasiones sensuales, idolatría, hechicería, hostilidad, peleas, celos, arrebatos de furia, ambición egoísta, discordias, divisiones, envidia, borracheras, fiestas desenfrenadas y otros pecados parecidos.

Claramente, estas dos fuerzas están en conflicto entre sí e inevitablemente enviará nuestras vidas en direcciones opuestas. Gálatas 5:17 señala que “La naturaleza pecaminosa desea hacer el mal, que es precisamente lo contrario de lo que quiere el Espíritu.” El Espíritu Santo quiere que honremos a Dios y vivamos una vida santa. El Espíritu quiere que experimentemos todos los beneficios de la salvación en nuestras vidas. La naturaleza pecaminosa sólo quiere complacerse a sí misma y a sus deseos corruptos, sin importar el costo o las consecuencias.

Debido a este conflicto interno, los cristianos deben elegir continuamente que poder va a definir el rumbo de nuestras vidas. Gálatas 5:16 lo dice así:

Por eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces no se dejarán llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa.

La frase “dejen que el Espíritu Santo los guíe” es literalmente “caminen en el Espíritu.” Esto nos habla de un proceso o trayectoria. “Caminando” implica avanzar un paso a la vez – manteniendo el paso con la guianza del Espíritu y en dependiendo de su empoderamiento, momento a momento. Esto nos insta a ser conscientes y deliberados en cada una de la serie de decisiones que tomamos a lo largo de todos los días. Tenemos que tomar conciencia de la presencia y liderazgo del Espíritu, y seguir su guianza. Después, debemos tomar la decisión de dar cada paso en la vida confiando en su fuerza dentro de nosotros para que podamos experimentar el fruto del Espíritu en nuestras vidas.

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